Jóvenes comprometidas con la situación de cambio climático

2022-07-23 02:15:26 By : Mr. Gavin bai

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De izquierda a derecha, Elixabet, Karolaind y Maitane, en un banco del frondoso parque de La Florida de Vitoria. Pilar Barco

Elixabet lo pinta negro, Karolaind gris, ya que aún puede ser más oscuro y Maitane desea colorearlo de verde, sólo por dar algo de esperanza, pero elige el gris, gris cemento porque “mucha green capital, pero...”. Además de concienciadas, estas tres jóvenes gasteiztarras se confiesan comprometidas con el cambio climático. Y así lo demuestran con pequeños gestos cotidianos.

Karolaind Aristizabal usa lo menos posible el coche por Vitoria y en casa apaga las luces cuando sale de la habitación; no compra botellines de agua de plástico y bebe del grifo o se lleva un termo; también se da duchas más cortas que antes. Elixabet Peciña recicla, se desplaza en bici por la ciudad y controla el consumo de agua, además de reutilizar las bolsas de la compra. Maitane Sáenz, por su parte, compra en tiendas a granel, lleva su propio envase de casa, se desplaza en bicicleta, enciende luces led en casa y no gasta en botellines de plástico.

Pese a todos estos guiños de respeto al medio ambiente, las tres jóvenes son conscientes de qué pie cojean y qué hábito o costumbre podrían cambiar sin demasiado esfuerzo para minimizar su huella de carbono en el planeta. Y están dispuestas a hacerlo. “Es difícil eliminar todas las malas costumbres, pero sí creo que puedo reducir el consumo de luz y agua, más ahora al precio que están”, dice Karolaind.

A sus 22 años, esta higienista bucodental, ahora a tiempo completo como amatxu, reconoce que cuando a uno le tocan el bolsillo es más fácil cambiar comportamientos. “Es lo que ha ocurrido con los horarios de la luz; antes no se les hacía caso y, en cambio, ahora, mucha gente pone la lavadora sólo por la noche o en fin de semana; al igual que piensas: en lugar de estar diez minutos bajo el agua, igual, una duchita rápida y listo”. Más esfuerzo le supone reciclar: “a la compra llevo la bolsa de casa, pero me cuesta separar la basura, ése puede ser mi granito de arena, y consumir refrescos en envases de cristal, no de plástico”, se plantea.

Elixabet tratará de aparcar más el coche y comprar menos productos envasados; también ve factible no envolver regalos que, “por muy bonito que sea el papel, sabes que a los cinco minutos va a ir a la papelera”, apunta esta ingeniera de diseño a sus 29 años. Otra máxima sobre la que intenta concienciarse es la de reparar en lugar de tirar. “Por ejemplo, si se rompe una maleta; es verdad que, a veces, cuesta un montón encontrar dónde la arreglen e igual te va a costar tanto o más que una nueva, pero al menos te sientes más tranquila gastando en eso”.

A Maitane le gustaría desperdiciar menos comida. “No calculo bien cuando compro y se me pasa”, un propósitos que se propone enmendar a sus 30 años esta product manager que trabaja por cuenta propia y ajena y aún le queda tiempo para hacer cerámica. Al hilo de la conversación, Elixabet suma el gasto en ropa: “No hay que tener tanto vicio, el armario ya está lleno, no hace falta comprar más, hay que frenar eso”, se anima a sí misma.

Un punto débil entre la juventud, el consumismo, que tiene su máximo exponente en el material electrónico y las compras on line: “cascos último modelo, el teléfono más nuevo... “No somos conscientes de toda esa basura digital”, coinciden.

Reunidas en el parque de La Florida, uno de los pulmones verdes de Gasteiz, conversan animadamente sobre juventud y cambio climático para DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA entre frondosos árboles y posan como si de una foto para subir a Instagram se tratara. Piensan que no son las únicas, que la juventud, en general, ve igual de grave el calentamiento global, en mayor medida que hace diez años. De hecho, Karolaind, Elixabet y Maitane lo sitúan a la altura de otras catástrofes como el covid y la invasión rusa de Ucrania.

“Hasta hace poco, no lo consideraba tan importante pero, por suerte, me ha tocado participar en varios proyectos relacionados con el medio ambiente y he abierto los ojos, ahora sí que lo veo como un problema de calado que, además, ya está aquí”, apunta Karolaind.

Lo percibe en las altas temperaturas y en las recientes erupciones de volcanes como el de la Palma. “En la última ola de calor, la de junio, a tantos grados y en tan poco tiempo, es lo primero que se me vino a la cabeza, el cambio climático”. Considera que la situación va a ir a peor y que los gobiernos no hacen lo suficiente, que no le dan la importancia que merece. Más allá del discursos político, “a la hora de invertir, priorizan otros asuntos, a pesar de que la alerta viene de lejos, no hemos hecho nada”.

Eso sí, esta aficionada a correr, que también baila desde pequeñita, ve a su entorno cada vez más concienciado e informado, y no precisamente gracias a la educación ambiental recibida en las aulas, sino a los mensajes que les llegan por redes sociales. “Internet es la mejor manera de llegar y sensibilizar a la juventud”, asiente.

Elixabet también nota que el cambio climático ya está aquí en episodios como la ola de calor de junio. “Esas temperaturas no eran normales en Vitoria”, dice; también en las frecuentes tormentas y cuando ve basura por todas partes en el monte o en la playa. “Poco estamos haciendo, aunque sí es cierto que ahora se habla más del problema que hace una década, al menos todo el mundo es consciente de que ya está aquí, otra cosas son los hábitos de cada uno en el día a día”, señala.

“Claro que me preocupa el cambio climático; por supuesto”. Maitane ha participado en un proyecto con el Ayuntamiento sobre la importancia de reciclar, reutilizar y reducir los residuos. “Fue muy interesante, nos sirvió tanto para concienciarnos nosotras, como para compartirlo con los demás; analizamos qué se podía hacer en Vitoria”, explica. Por ejemplo, “tenemos una serie de comercios en los que podemos comprar productos a granel llevando nuestro propio envase; hablamos de que la gente está un poco obsesionada con el reciclaje de basura cuando el objetivo es reducirla”, opina. “Nos orgullecemos de reciclar, pero sólo deberíamos estar orgullosos a medias, al completo deberíamos estarlo si no se llenasen los contenedores de envases y plásticos”, argumenta.

Además, “en Vitoria tenemos la suerte de contar con varias tiendas de venta de productos a granel y de buena calidad; son medidas proactivas porque hablar, hablar, hablamos todos, pero hacer, sólo a medias”, considera Maitane.

Igualmente muestra su preocupación por “la subida radical de las temperaturas, sequías, pozos de agua ilegales y porque, lo mismo cae una tromba de agua que no llueve en mes y medio, y cuando precipita, no somos capaces de retener ese agua”. En este sentido, propone reaccionar a esas fuertes tormentas, que cada vez van a ser más frecuentes e intentar almacenar el agua para los meses de mayor sequía; convertir en una oportunidad lo perjudicial del cambio climático, sacarle provecho. Como reza el refrán Si no puedes con tu enemigo...

Y no sólo en el caso del agua. “El volcán de La Palma fue una fuente de energía increíble, por qué no aprovecharse de ella”, se pregunta. Al igual que “si de repente hay más sol, habría que colocar más placas solares ahora que los veranos son más largos”. “Antes, el 8 de septiembre ibas al cole con chaqueta y congelada; ahora, paseas en tirantes”, recuerda.

¿Por qué, entonces, no adoptan los gobiernos este tipo de medidas? “Porque el mundo se rige por intereses económicos y mientras estemos contentos con lo que consumimos, gastamos, el dinero que tenemos en la cuenta del banco y no nos afecte...; cuando surgió el covid, rápidamente sacaron al mercado vacunas”, recuerda.

“¿Por qué? Porque había un interés económico, que el país siguiese funcionando; pues esto es igual, en el momento en el que interese económicamente, cuando creamos que nos vamos a morir todos de sequía, encontrarán una solución, y el que no se dé cuenta es que... El mundo se rige por dinero”, afirma.

No obstante, con la misma contundencia reconoce Maitane que concienciada sí, pero porque se lo puede permitir. “Hay gente que no tiene dinero o no llega a final de mes y lo único que quiere es sobrevivir, así que, si compra las pechugas de pavo a un euro envueltas en tres capas de plástico es que, quizá, tampoco se puede permitir demasiado pensar si está respetando o no el medio ambiente o perjudicando al planeta; los demás somos unos privilegiados”, subraya. l

Cambio climático. La preocupación por las derivadas del cambio climático va a más y no sólo entre la juventud. En mayo del pasado año, el Gobierno Vasco realizó un estudio que concluye que la población lo percibe como un problema grave y es más consciente de la relación entre cambio climático-producción- consumo de energía, vínculo que aún ven mucho más claro las personas de entre 18 y 29 años.

Los efectos. Siete de cada diez vascos sienten ya los efectos del cambio climático. La mayor parte de la población cree que habrá más olas de calor cada vez, subirá el nivel del agua del mar, aumentarán las enfermedades infecciosas, pandemias, inundaciones y desprendimientos de tierra y desaparecerán especies de animales y plantas que hoy conocemos.

Las medidas. Sólo un 2% considera que la lucha contra el cambio climático no es un tema importante para Euskadi.

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