Morteros Tudela Veguín, el laboratorio del cemento - La Nueva España

2022-04-20 09:02:06 By : Mr. David Huang

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1. Un empleado, en la cadena de ensacado. 2. Uno de los almacenes de la factoría. 3. Javier Vallina, del departamento de tecnología. 4. Rafael Pérez, de la planta química. 5. Juan José Iglesias y Óscar García, delante de la factoría, antes de que se volviera a implantar la obligatoriedad de las mascarillas anticovid en exteriores. 6. Estefanía Zamanillo, responsable de I+D+i. 7. Trabajos en el exterior de Morteros Tudela Veguín. 8. La factoría de Riaño. 9. Distintos acabados de los productos elaborados en Langreo. | F. Rodríguez

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Los castilletes mineros fueron durante más de un siglo el principal distintivo del extractor sector fabril de las Cuencas. La actual fuerza industrial del territorio ha mutado, convergiendo al tiempo con una nueva simbología. De entre los rótulos que asumen una imagen más alusiva destacan las dos grandes torres que, como simbólicas almenas, advierten a los conductores de la Autovía Minera de que se adentran en la comarca del Nalón. Este baluarte empresarial procede de la enseña de Morteros Tudela Veguín, firma ligada a la Corporación Masaveu, reconocido grupo asturiano que opera en más de cincuenta países y da empleo a cerca de 1.700 personas.

Morteros Tudela Veguín, el laboratorio del cemento

La antigua Prefasa se instaló en Langreo hace ya más de tres décadas, en 1990. La factoría fue en su origen, y sigue siendo, pionera en España en la implantación de la tecnología del mortero seco. La tarea que antiguamente desempeñaba un albañil mezclando, “a ojo”, cemento, arena y agua es hoy en día casi un trabajo de precisión, con decenas de aditamentos y centenares de fórmulas diseñadas y validadas en el moderno laboratorio de la planta langreana. El resultado se traduce en una producción de unas cien mil toneladas anuales de mortero. Se sirve casi a la carta. La línea de “ensacado” tiene capacidad de suministrar 2.400 sacos a la hora. Al cliente se le sirve desde en envases de 2 kilogramos de peso hasta en cisternas de 25 toneladas, con una amplia gama intermedia de posibilidades. El destino es la construcción de vivienda e infraestructuras y la producción de hormigón y cemento, pero también la restauración de inmuebles históricos o, incluso, la elaboración de “abonos” que mejoran la fertilidad de los suelos agrícolas estabilizando el ph de los mismos.

Morteros Tudela Veguín, el laboratorio del cemento

La planta de Riaño cimentó la base de un proceso de crecimiento y expansión con el desarrollo posterior de fábricas en León, Pontevedra y Valladolid. Las cuatro se engloban ahora bajo el potente blasón de Morteros Tudela Veguín. En los tiempos del auge inmobiliario la firma llegó a tener en funcionamiento en el territorio nacional un millar de silos, con 30 toneladas de capacidad cada uno. Ahora está embarcada en una transición, la que va desde la economía del volumen a la economía del valor.

Morteros Tudela Veguín, el laboratorio del cemento

“Después de la crisis de 2009 la capacidad instalada de la planta era mucho mayor de lo que requería el mercado”, apunta Óscar García Riera, director de la fábrica langreana. La demanda de productos en el ámbito de la construcción y de la obra civil en general fluctúa hoy en día en niveles alejados a los de la primera década del siglo. Morteros Tudela Veguín percibió con presteza que su fuertemente musculosa planta de Riaño necesitaba canalizar su brío industrial hacia nuevas actividades para evitar la amenaza de la hipertrofia. “Surgió la idea de colaborar con toda aquella firma que tuviera materias primas similares a las que nosotros manejamos en nuestras instalaciones. Así, ideamos un servicio que hemos bautizado como “Toll manufacturing” y que en esencia nos ha llevado a abrir nuestras puertas para colaborar con otros sectores. Podemos moler, clasificar, secar, mezclar y envasar todo tipo de materiales sólidos en los tamaños adecuados para dar servicio a pedidos del ámbito refractario, siderúrgico, carbonero o de aditivos químicos”, expone García Riera.

Javier Vallina, del departamento de tecnología

Morteros Tudela Veguín ya no solo es el principal referente nacional en lo que se refiere a la producción de mortero seco, sino que ha puesto sus servicios y conocimiento a disposición de otras firmas. “Desde que en 1990 nos asentamos en Langreo y, más tarde, tras la fusión de nuestras cuatro plantas nacionales en 2013, no hemos dejado de invertir, lo que nos ha permitido seguir dando el salto tecnológico que reclama el mercado”, remarca Juan José Iglesias, gerente del conjunto de las cuatro plantas que integran la compañía. En los últimos 30 años el grupo Masaveu ha invertido en las instalaciones de Langreo en torno a 15 millones.

Rafael Pérez, de la planta química

La exitosa búsqueda de nuevos nichos de negocio más allá del suministro de mortero a empresas de la construcción y proyectos de obra civil ha sido posible gracias a la versatilidad y a la capacidad tecnológica de adaptación de la factoría langreana. En su momento una de las empresas constructoras de la Variante de Pajares necesitó disponer de la adaptabilidad de la planta. “Se nos encargó la fabricación de dovelas para los túneles y adaptamos uno de los talleres de la planta para dar respuesta al encargo”, recuerda Oscar García. La tarea fue casi faraónica: “Tuvimos que fabricar cuatro mil dovelas de cinco toneladas de peso cada una”. El esfuerzo requirió de un año de trabajo para que el paso férreo de alta velocidad bajo la Cordillera quedase reforzado con piezas de hormigón fabricado en Langreo.

Juan José Iglesias y Óscar García, delante de la factoría, antes de que se volviera a implantar la obligatoriedad de las mascarillas anticovid en exteriores

La planta de Riaño cuenta con tres líneas de producción. Se trata de la fabricación de mortero seco y de prefabricados de hormigón, además del desarrollo de aditivos químicos. La fabricación de morteros secos se aborda dentro del esqueleto de las dos grandes torres que entronizan las amplias dependencias industriales, de 60.000 metros cuadrados, en la que actualmente trabajan 50 personas. Lo que sucede en el interior de estas almenas manufactureras cristaliza en un proceso que encarna el hechizo industrial que se genera en los espacios tecnológicamente avanzados. Varias líneas de molienda y clasificación dan paso a unas instalaciones de secado rápido que enlazan con los más avanzados equipos de dosificación y mezcla. Los materiales procesados pueden ser envasados y expedidos en diferentes formatos, que en algunos casos se sirven en diferentes países del mundo.

Estefanía Zamanillo, responsable de I+D+i

Dentro de las torres de la planta, de 48 y 52 metros de altura cada una, se están desarrollando a día de hoy cerca de medio centenar de fórmulas que dan diferentes propiedades al cemento. A éste se le agregan distintos áridos y aditivos en variables cantidades para dar lugar a una larga lista de morteros con diferentes utilidades. El resultado puede deparar tanto resistencia como sutilidad. “Recientemente se nos encargó el suministro de un mortero técnico especial para el refuerzo de los pilares de varios puentes, en el desdoblamiento de una carretera de Montevideo, en Uruguay”, recuerda García Riera.

Morteros Tudela Veguín, el laboratorio del cemento

El mortero de mampostería y de revoque a base de cal hidráulica y arena de gran pureza se utiliza por su parte en trabajos de recuperación del patrimonio histórico y para bioconstrucción. Estos materiales han sido empleados en la rehabilitación de edificios históricos de la Universidad de Oviedo, en el cementerio de La Carriona (Avilés), en el milenario castillo de Sobroso (siglo IX) o en el Museo de la Mina de Arnao, por citar algunos lugares emblemáticos. “Nuestros productos están presentes en la vida cotidiana, en las casas en las que vivimos, en la industria, la obra civil e incluso en la ganadería y la agricultura”, señala el director de la planta langreana: “Al final fabricamos para hacer más cómoda la vida de las personas y todo ellos gracias a un gran equipo humano”.

Morteros Tudela de Veguín no ha dejado de crecer, física y tecnológicamente desde que en 1990 se asentó en Langreo con su pionero sistema de fabricación del mortero seco, comenzó pronto a trabajar también con hormigón fresco, que actualmente se utiliza por ejemplo en pavimentos de sendas ecológicas. El siguiente paso fue desarrollar una nueva línea de negocio, con la fabricación de aditivos químicos para hormigón y cemento, gracias a unas modernas instalaciones respetuosas con el medio ambiente, y que permiten producir 20.000 litros cada hora tras la ampliación abordada en el año 2008.

La planta de Langreo dispone hoy de la más moderna tecnología desarrollada por la ingeniería líder mundial en este tipo de factorías (M-tec). Nuestra factoría está entre las más evolucionadas del mundo”, señala Javier Vallina, responsable de Laboratorio. Prueba de los avanzados sistemas de precisión con que trabaja la fábrica es la incorporación a la cadena de valor de un robot con tecnología utilizada en la industria farmacéutica. “Nos permite trabajar la composición de las mezclas con errores menores de un gramo”, destaca García Riera.

Morteros Tudela Veguín calibra cada aditivo que añade al mortero casi como si de receta de repostería se tratase. “Atesoramos una larga historia de responsabilidad, calidad y trabajo bien hecho, con un planta versátil y muy automatizada, todo ello gracias al excelente capital humano con el que contamos”, resume Juan José Iglesias.

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